lunes, 5 de noviembre de 2012

el evangelio del antisistema




Y como la Gioconda, todos sus semblantes sonríen para no llorar, sonríen de hastío y descontento, sonríen para no acabar de morir. Porque una manera de muerte es para la Gioconda -el alma de Leonardo- vivir sólo como una parte del mundo y no poder abarcar el temblor inagotable de la vida universal
La "Gioconda", Ortega y Gasset


Podría juntar mil palabras al azar y hacer frases que ni entiendo. Podría hacer como tú y venderme a la hipocresía por un puñado de besos huecos y algún que otro orgasmo que añadir a tu colección de patrañas-diamate. Pero prefiero la risa -la risa histérica de la incomprensión. Camiseta cutre, pantalones rotos, riñonera a rayas y las dilataciones de rigor. Es muy fácil vestirse de antisistema y proclamarse radikxl (que no es lo mismo que radikal, ni radical, a pesar de que el adjetivo no tenga más que una terminacón para los dos géneros). A mí también me sobran las ganas de quemarlo todo. Pero dime: si un día te despertase Polifemo a los pies de la cama, ¿te atreverías a llamarle feo? Apuesto a que te esconderías bajo tus sábanas negras de terciopelo, capricho del mejor sibarita, niñito de familia bien. Y entonces se evidenciaría el absurdo de nuevo, la realidad patética de quien juega a llevar la contraria por el simple hecho de contradecir lo convencional. Piensa, ¡joder!, piensa por ti mismo. ¿Que no te das cuenta? Repetir como un loro los tweets del transgresor de moda no dista mucho de seguir las verdades de la tele como evangelio. Perdóname, pero dejé de entenderte hace tiempo. A ti y a toda esta panda de borregos que pastamos sobre la Tierra. 

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