lunes, 22 de octubre de 2012

superhéroes

Si volviese a cambiar de nombre, a cambiar de ropa o a inventar nuevos paraguas para paliar tormentas, no serviría de nada. La lluvia seguiría enganchada en la piel y la pena ahogando los latidos del alma. Seremos nosotros, siempre nosotros, y cada vez pesará más el cansancio de haber querido vivir a contracorriente. La immensitat del cel seguirà intacta, malgrat els llamps intentin esquinçar-la amb filferros de foc. Sonará la frase de aquella canción, los pararrayos no sirven cuando hay tormenta dentro de mi cabeza, y las ilusiones se clavarán como alfileres en la conciencia. De qué habrán servido tantas horas gastadas en el vano intento de entender la vida, si el día en que se nos coma el mar lo que más desearemos será haberla exprimido, haber vivido a pesar del cómo y del por qué y de todo, a pesar de todo, para poder llevarnos a la otra orilla la vibración del sentir. Si estallasen ahora todas las ventanas me quedaría inmóvil en un rincón. Sería como si se cerrase este absurdo telón de acero y el escenario se hiciese añicos. Se reflejarán nuestros cuerpos en cada trozo de cristal y correréis como gallinas ciegas huyendo de los espejos. Que sí, que ellos también mienten, pero esta vez me quedaré inmóvil... aprendiéndome a mirar, desnudándome a ritmo lento, capa tras capa... hasta llegar a reconocerme. Aunque la lluvia siga enganchada en la piel, prefiero reflejar escepticismo que revestirme cada día con mil disfraces de superhéroe. Basta de funciones. Quiero ver y llorar con mis ojos. Reír con mis labios. Que esta boca es mía y en ella mando yo.