Olvidar los grandes propósitos, son importantes
las cosas pequeñas. Las gafas, los zapatos, el mechero. Una canción que tenga
el poder de sonar en bucle y acorralar todas las sensaciones que no merece la
pena sentir –para qué diablos existirán la culpa y el arrepentimiento–. Hierve
el agua a fuego lento y echo una rama de canela y tres gotas de limón, remedios
caseros para recuperar la fuerza perdida. Las lecciones de la vida no siempre
son fáciles de digerir. Tampoco es fácil, un domingo, decidir si abandonarme a
la desidia o a este impulso repentino de quererte. Los viernes es más tentador el vértigo, pero los domingos tienen un imán para la nostalgia.
Aunque ya casi es lunes y aún tengo restos de tierra en las manos de haber
plantado flores esta mañana. Son importantes las cosas pequeñas –las
margaritas, los claveles, la hiedra–. El domingo no es un día para el glamour. Voy
a tirarme en el sofá a ver otro capítulo de esa serie que me tiene tan enganchada y a seguir
enamorándome con devoción de quinceañera de la mujer de las gafas negras.
yo de esta:
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y tú?
¿de quién sino? ;)
ResponderEliminartenemos buen gusto con las mujeres, aunque eso ya lo sabíamos ;)
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