miércoles, 5 de febrero de 2014

Qui sembra misèria recull la ràbia.

mafalda-dignidad big

"Estoy cabreada", decía aquella mujer que llamó a la radio. Tan cabreada como nos hemos sentido todos después de recibir la carta del Ministerio anunciando que a papá le suben la pensión 75 céntimos. 0'75 € escrito en un folio de 80 gramos con tinta a todo color, hay que joderse. También llegó otro sobre de la Generalitat, notificando que la abuela tiene derecho a cobrar la ayuda por la Ley de Dependencia. Manda cojones, dos años recibiendo la misma carta y sin ver un duro. Se toman la molestia de comunicarlo, eso sí, "tiene derecho a" pero de qué diablos servirá tanto derecho si jamás llega el dinero. "Si no me lo quieren dar, que no me lo den", decía la mujer de la radio. Lo que indigna es esto, esta maldita carta (tinta y papel de primera calidad) cuyos gastos de envío ya sobrepasan los míseros 75 céntimos que, haciendo un gran esfuerzo, te regalan. Te conceden los derechos y al mismo tiempo te los niegan. Con toda su pachorra y una dosis extra de sarcasmo metida dentro de un sobre. Ya ni hablemos de la nueva Ley de Protección de la Vida del Concebido ni de la Ley de Seguridad Ciudadana. Dime si no entran ganas de partirles la cara, de salir a la calle y reventarlo todo.  Pero no lo digas muy alto, mantén las formas; que, encima, si les tocas el orgullo, hasta el segurata del Mercadona podrá detenerte con cualquier pretexto inventado en la puerta del súper. Ese súper, ese maldito supermercado donde has estado invirtiendo los últimos años, ignorando que el señor Juan Roig dedicaba sus beneficios a alimentar la caja B del Partido Popular. Así que sí, para más sorna, todos hemos contribuido a que esta panda de capullos llegue hasta aquí. Que no llueve, que no. Que se nos mean. No sabe cómo la entiendo, señora. Yo también estoy cabreada. Y "cabreo" es una forma sutil de definir tanta rabia. RABIA. RABIA. RABIA.  

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