domingo, 16 de marzo de 2014

dos, tres, luz

He visto el haz del faro pasar por encima de la cabeza. Dos segundos, tres segundos, cuatro. Y otra vez el destello hundiéndose en la noche. Demasiada noche, demasiado negra, demasiados versos haciendo temblar la noche negra del cuerpo hasta la extenuación. No nos dejaron mapas de la oscuridad, no nos dejaron mapas de nada. Pero ya está ahí, otra vez, después de tres segundos, cuatro, la estela del faro peinando el vacío. Y me vuelan los ojos detrás de la luz como cometas sin rumbo. No sé cuántos universos paralelos debo guardar en las cavernas del pecho para estar tan perdida. La clave, dijeron, son los segundos de oscuridad. Dos, tres, luz. Cuatro, cinco, seis, luz, luz. Me desconcentro al contar con el temblor de los versos. Supongo que no importa, es bonito este momento.   

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