lunes, 28 de abril de 2014

terapia de choque


Esta vez no cambiaré de nombre ni buscaré otros agujeros donde enterrar todas estas palabras huecas. Seré yo y me quedaré aquí, aunque me cueste alguna que otra eternidad podar la zarza de inviernos que me trepa por las venas. Contra los miedos, terapia de choque: he abierto la escalera más alta que tenemos en casa y he subido hasta el último peldaño. En la mano, las tijeras de jardín. He llegado hasta arriba y he vuelto a bajar y no ha pasado nada, ni me he roto la cabeza ni se me ha clavado la cizalla oxidada en la yugular. Luego me he mirado al espejo y ha sido entonces cuando he decidido no escapar. Bueno, en realidad no ha sido una decisión, sino más bien un desafío. El vértigo me miraba desde el otro lado del cristal, riéndose a carcajadas de mis asimetrías mentales, y, en vez de correr, me lo he quedado mirando yo también y he pensado "te vas a joder, conmigo no puedes". Y aquí estoy, sin más, cantando a gritos canciones que jamás hubiese pensado escuchar. Para qué tanta filosofía y tanta premeditación, tantos principios, tanto prozac, para qué, de verdad, si, después de todo, hasta el mejor malabarista acabará perdiendo el control de sus cariocas de fuego.     

3 comentarios:

  1. grandiosa canción!
    grandioso post!
    GRANDIOSA TU!

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  2. La primera vez que fui a Madrid, hace un montón de años, fui escuchando esa canción una y otra vez. Cada cual adapta la letra a su vida.

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